29 mayo 2011

A tempo...

Fume pausadamente, o por lo menos creí hacerlo, mientras descendía por la sinuosa loma. A mi alrededor numerosas caras reían al tiempo que denotaban cierta aceptación y respeto por este “camino emprendido”.
Apenas si había rastros del sol, y pese a no poder constatar el horario, asumí que no serian más de las 5 de la mañana.
Mis pies comenzaban a fundirse con la arena. Detuve la marcha por un segundo e intente en vano recordar aquel momento en que use mi reloj por última vez.
Hacia años que había perdido contacto con él, y a su vez con la mismísima noción del tiempo. No es menos que terrible que la existencia gire en torno a este concepto. De alguna manera el tiempo posibilita que la vida pueda tomarte asistencia cada mañana.
Es curioso, pero mi primera interacción con las drogas comenzó librándome de esas ataduras. Me gusto, me sentí más libre y de alguna manera ambigua esa pérdida trajo consigo más perdidas. Por ese entonces pensé que ganaba algo mucho más importante. Alguien por ahí mencionó la palabra libertad…quizás estaba en lo cierto.
Seguí descendiendo, preguntando a cada paso si el camino efectivamente era este. Sin embargo ninguno de esos acompañantes respondió.
Pensé nuevamente en las drogas. Inconcientemente emprendí su defensa. Esto no es culpa de las drogas me dije. Mi decisión poco tiene que ver con ellas.
Desde la placenta conviví con drogas. El mundo convive a diario con ellas. Pensé en el dinero, el sexo y la televisión por antonomasia. Los nombres cambian y el opio adquiere nuevas formas de presentarse al ser humano.
Sin lugar a dudas no había elegido tan mal. Al fin y al cabo desperté con ella.
Apresure el paso, tal vez empujado por el mismo frió. Recordé mi niñez y enfrente al mar de un tirón y de golpe. El frió sin embargo se mantuvo. Quizás no provenía solo del agua.
Grite con todas mis fuerzas que este mundo era una completa mierda mientras mis labios comenzaban a empacharse de sal.
Mire nuevamente al cielo buscando un horario. Caprichosamente lo precise. No existía quien pudiera objetarlo por que el tiempo por fin era “mi tiempo”.
Establecí entonces las 05.50 como la hora de mi defunción. Respire profundo y me sumergí…

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