28 noviembre 2011

PIZARRÓN POR PANTALLA

El cine como móvil para entender la omnipotencia de los medios de comunicación

Tuve la posibilidad de conocer a Rodrigo Grande hace cerca de dos años en una avant premier – su avant premier-. Menciono que tuve la oportunidad porque sencillamente preferí no hacerlo. Preferí mirarlo desde lejos, con ese sentimiento propio del temer molestar. Ni siquiera lo conocía por ese entonces…era solo el tipo con el sueño realizado de llevar a la pantalla grande un cuento del “negro”. Sin embargo conocí a su madre. Ella con tajante orgullo se acerco y al oído me susurro:
- ese es mi hijo, el director.
Y allí estaba temeroso como aquel que no sabe como llego a ese lugar. El rosarino presentaba “Cuestión de Principios” su segundo film como realizador, su segundo film basado en un cuento de Fontanarrosa (el primero fue Rosarigasinos en el ’99) y su segundo film con la ciudad de Rosario como protagonista.
La cinta tiene infinita cantidad de problemas que no vienen al caso, sin embargo es inmensamente rica en su sencillez y no deja de plantear a grandes rasgos - como su titulo lo indica -, esta idea instaurada de que los valores son cosas de antaño. Groucho Marx expresó en algún momento “estos son mis principios…pero si no les gustan tengo otros” y el film mucho tiene que ver con eso.
En fin, básicamente necesitaba un disparador y de manera muy caprichosa, más allá del sugerente título que remite a la ética como dilema – y sinceramente la periodística es seguramente la profesión sobre la que más se invoca la Ética-, seleccione la película por su escena inicial. Una charla casual de oficina en la que uno de los empleados analiza un film del que poco entendió y nada recuerda. Habla de una cinta en blanco y negro que termina con un trineo: hablaba de Citizen Kane.
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Citizen Kane (Orson Welles, 1941)
Es un secreto a voces que la cinta estrenada específicamente el 1 de Mayo de 1941 retrata la vida del magnate de los medios americano William Hearst. Fue la opera prima de Orson Welles que pese a contar con una casi nula formación cinematográfica consiguió con Ciudadano Kane construir una de las cintas más importantes e influyentes de la historia del cine.
Welles parecía entender como nadie los alcances de los medios de comunicación. Tres años antes, específicamente el 30 de octubre de 1938, y a través del relato radial de la novela de ciencia ficción “La guerra de los mundos” había conseguido confundir a la población presentando un relato del que nunca se dudo de su veracidad. Este caso emblemático reafirmaba la concepción de la influencia omnipotente de los medios, sostenida, entre otros, por Harold Lasswell.
En la película la figura de Hearst esta representada por “Kane”, un multimillonario que segundos antes de morir menciona la palabra “Rosebud”. Ese es básicamente el punto de partida del film.
La prensa entonces intentara dilucidar el significado de esa palabra aunando a un gran grupo de periodistas, quienes emprenderán la búsqueda entrevistando a muchas de las personas influyentes en su vida.
Charles Kane no ansia ni minas de oro, ni petróleo…solo quiere un periódico. Más tarde el mismo lo explica: “Todo el mundo va a pensar lo que yo les ordene que piensen”. Ya desde al comienzo del film se afirma que Kane fue “un gran forjador de la opinión pública”.
El término «opinión pública» tiene sentidos e implicaciones que suelen escapar a las consideraciones poco reflexivas; los análisis llevados a cabo por autores como Habermas muestran la diversidad de fenómenos aludidos por dicha expresión, así como su estrecha relación con la dinámica del poder y de los procesos políticos, de una manera mucho menos obvia y más compleja de lo que suele pensarse.[1]
Desde comienzos de sus estudios el filósofo alemán centro su investigación en torno al concepto del espacio público y la opinión publica. Así en uno de sus primeros escritos delimito un concepto respecto del otro:
Por espacio público entendemos un ámbito de nuestra vida social, en el que se puede construir algo así como opinión pública. La entrada está fundamentalmente abierta a todos los ciudadanos. En cada conversación en la que los individuos privados se reúnen como público se constituye una porción de espacio público. [...] Los ciudadanos se comportan como público, cuando se reúnen y conciertan libremente, sin presiones y con la garantía de poder manifestar y publicar libremente su opinión, sobre las oportunidades de actuar según intereses generales. En los casos de un público amplio, esta comunicación requiere medios precisos de transferencia e influencia: periódicos y revistas, radio y televisión son hoy tales medios del espacio público.”[2]
Retomando el film, en varios de sus pasajes se habla de la “política de los periódicos”, evidente en la siguiente afirmación de Kane: “Si el titular es grande, la noticia se convierte en sensacional”. De esta manera, el periódico es presentado en el film como uno de los medios de comunicación más influyentes desde comienzos del siglo XX.
Lo que hace temible al periódico no es (por lo menos, no es sólo) la fuerza económica y política que lo dirige. El periódico como medio de condicionamiento de la opinión queda ya definido cuando aparecen las primeras gacetas. Cuando alguien tiene que redactar cada día tantas noticias como permita el espacio disponible, de manera que sean accesibles a una audiencia de gustos, clase social y educación diferentes y en todo el territorio nacional, la libertad del que escribe ha terminado: los contenidos del mensaje no dependerán del autor, sino de las determinaciones técnicas y sociológicas
del medio”[3].
Hearst (1863-1951) culmina su ascenso periodístico con la posesión de 28 periódicos, 18 revistas, cadenas de radio y alguna que otra productora de cine, conformando así el mayor monopolio periodístico de la historia.
En un artículo del Journal de 1898, afirmaba exaltado: «El poder de un periódico es la mayor fuerza dentro de cualquier civilización».
Pese a ser considerada casi de manera unánime como la mejor película de la historia, la misma no fue un éxito de taquilla llegando solo a recuperar la inversión inicial.
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Algunos “cabuleros” sin dudas pensarían que lo mío era una “fija”. Umberto Eco comenzaba su trabajo de Guerrilla Semiológica citando de la siguiente manera a Aristóteles y cuanta razón tenia:
“Si la lección de la historia no parece lo bastante convincente, podemos recurrir a la ayuda de la ficción que, como enseñaba Aristóteles, es mucho más verosímil que la realidad”.
Entonces por que no utilizarla hasta el hartazgo. Si Slajov Zizek, un teórico marxista, puede hacer uso de la figura del inodoro para poner de manifiesto la ideología reinante europea detrás de un tereso como no darme el lujo entonces de utilizar al cine como herramienta de estudio para demostrar la omnipotencia de los medios de comunicación. Si él incluso lo hizo alguna vez.
Sin embargo no era ninguna novedad. David Gilmour, critico de cine canadiense, lo expreso de esa manera e incluso consiguió publicar un libro y ganar no solo reconocimiento en el mundo literario sino lo más importante…un buen fajo de guita. Su libro fue “Cineclub”, una rica historia personal con cierto encanto cercano al de “Alta Fidelidad” de Nick Hornby, que presentaba el esfuerzo de un padre por encaminar nuevamente la vida de su hijo. El trato era mas que sencillo: “vos dejas la escuela pero a cambio compartimos tres películas por semana, y las elijo yo”. El libro recoge esos meses de experiencia y demuestra, al cambiar pizarrón por pantalla, que el cine educa. Tres películas planteo Gilmour…tres.
Solo faltan dos entonces…
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The Truman show (Peter Weir, 1998)
The Truman Show eleva la cuestión de la manipulación mediática al extremo.
Truman Burbank, encarnado por Jim Carrey, es de carne y hueso y sin embargo tiene predeterminada su vida desde el mismo día en que nació. Se ha criado en un gigantesco set cinematográfico, manejado desde el exterior por directivos y productores.
Una clara reminiscencia a aquella alegoría de la Caverna propiciada por Platón.
Así Truman solamente conoce lo que ve, su realidad.
Absolutamente todo lo que haga será transmitido 24 hs al día por televisión, tal como lo soñó Christof (Ed Harris), creador de este emblemático programa.
Sin dudas el film representa en si mismo una riquísima y poderosa metáfora. ¿Acaso no todos somos Truman?, ¿no creemos ser libres y sin embargo somos conducidos, tal como Christof conduce a Truman?
“No somos dueños de nuestras vidas, cada uno de nosotros tiene un Christof que nos guía, nos maneja, nos manipula. Estamos enajenados, no somos los dueños de nuestras conciencias, el poder mediático se ha adueñado de ellas, y también de nuestras acciones. Somos entonces, sujetos sujetados por el poder de los medios[4].”
Umberto Eco da cuenta de la situación en su ensayo titulado “Para una guerrilla semiológica”, afirmando que “hoy un país pertenece a los medios de comunicación”
“Frente al espectro de una red de comunicación que se extiende y abarca el universo entero, cada ciudadano de este mundo se convierte en miembro de un nuevo proletariado.
Puesto que aún cuando los medios de comunicación, en cuanto medios de producción, cambiaran de dueño, la situación de sujeción no variaría. Al limite, es lícito pensar que los medios de comunicación serían medios alienantes aunque pertenecieran a la comunidad.”[5]
Sin embargo Eco habla de una guerrilla, un dejo de esperanza que consiste en una actuación e intervención que debería nacer “no en el sitio de partida del mensaje sino en el lugar al que llega, induciendo a los usuarios a discutirlo, a criticarlo, a no recibirlo pasivamente”.
Esta época -caracterizada por el establecimiento de Internet y la propagación de los teléfonos celulares - acerca las herramientas necesarias para que esta guerrilla surja de manera espontánea, propia del boca a boca y lejos de la manipulación de activistas y grupos de elite.
Una gran diferencia respecto a esos primeros vestigios de resistencia latentes en la temprana década del sesenta. Una primera guerrilla arcaica organizada en torno a bares y cineclubes de barrios.
“Nosotros deberemos ser capaces de imaginar unos sistemas de comunicación complementarios que nos permitan llegar a cada grupo humano en particular, a cada miembro en particular, de la audiencia universal, para discutir el mensaje en su punto de llegada, a la luz de los códigos de llegada, confrontándolos con los códigos de partida.”[6]
El final de la película es cuanto menos conmovedor. Truman se aleja en una pequeña embarcación presentando batalla al miedo que le provoca el agua (uno de los móviles utilizados para impedir que el protagonista escape del lugar) y choca con lo que parece ser un decorado.
Su pequeño mundo tiene límites…y este se descubre con un cartel que anuncia “exit”.
En ese preciso instante Christof se aterroriza y esgrime un discurso que en líneas generales es este:
“Este es mi mundo y en él vivís protegido, no hace falta que te preocupes en pensar, ni en elaborar ideas, ni en ser responsable por nada. Yo te voy a brindar una vida feliz, te voy a decir como ser feliz, que tenes que pensar para ser feliz. Aquí vas a estar seguro, te controlo y te cuido”.
En resumidas cuentas la película pone al descubierto una sociedad que se encuentra en manos de la realidad mediática así como la ambición desmedida de los medios por el beneficio económico.
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Mentiras que matan (Wag the Dog, Barry Levinson, 1997)
Ante todo una salvedad que generalmente se pierde en la traducción. El título original, Wag the dog, es decir “mover al perro” remite a un viejo refrán que se explica en la escena inicial del film. ¿Por qué mueve el perro la cola? Porque el perro es más listo que la cola. Mediante el título se evidencia la idea reinante, es decir dar cuenta de cómo la cola en algunas ocasiones puede mover al perro.
El film se destaca por sobre el resto por perder cierta seriedad y encuadrarse en el ámbito de lo grotesco, un giro más que necesario para el enfoque que se pretende seguir.
Persiste el tema de la omnipotencia mediática y la demostración máxima del poder de los medios esta en crear, claro esta, una guerra.
Aquí, se trata de inventar una contienda para distraer la atención del público norteamericano ante un desliz sexual del Presidente que explota en plena campaña electoral.
El gobernante convocará para ello a Stanley Motss (Dustin Hoffman), un veterano productor de films de Hollywood, para que de forma a un inexistente conflicto bélico con un país escogido al azar (elección propia del desconocimiento que reina sobre el mismo): Albania.
Tal cometido trae consigo la presencia de escenas plagadas de estereotipos que apelan también a la sensibilidad. Rumores sobre la existencia de terroristas y armas nucleares, la filmación de una joven victima de la guerra, marchas patrióticas, la movilización de un cuerpo de élite y el rescate del héroe patriótico atrapado tras líneas enemigas son un claro ejemplo.
Así como Christof da forma a un mundo para Truman, un gobierno americano fabrica una guerra para sus ciudadanos.
“Existe un instrumento extremadamente poderoso que ninguno de nosotros llegará jamás a regular; existen medios de comunicación que, a diferencia de los medios de producción, no son controlables ni por la voluntad privada ni por la de la colectividad. Frente a ellos, todos nosotros, desde' el director de la CBS y el presidente de Estados Unidos, pasando por Martín Heidegger, hasta el campesino más humilde del delta del Nilo, somos el proletariado.”[7]
A Goebbels, el ministro de propaganda de Hitler, se le atribuye la siguiente frase famosa: “Una mentira mil veces repetida…se transforma en una verdad”. De este modo, si los medios dicen constantemente que se produjo una guerra en Albania, lo más probable es que les creamos.
Ese es el verdadero poder del medio. Por eso hay tanta desesperación por poseer el control mediático, por comprar medios, por sobornar medios.
“Los medios informativos no sólo determinan en gran manera nuestra concienciación sobre el mundo en general por medio de su entrega de elementos primordiales para elaborar nuestras propias imágenes del mundo sino que también influyen sobre la prominencia de los elementos de esa imagen.”[8]
El filósofo José Pablo Feinmann en su reciente libro titulado “Siempre nos quedará París” presenta un simpático ejemplo del poder de los medios cuyo fragmento se encuentra aquí.
El mayor logro de la cinta consiste en permitir repasar muchas de las teorías sobre los efectos de los medios de comunicación.
A principios de la década del ´70 Maxwell McCombs y E. Shaw postularon, con rotundo éxito en el campo de la investigación sobre medios, la teoría de agenda-setting. En resumidas palabras establece que los medios informativos tienen la capacidad de instaurar el temario de discusión de los asuntos públicos.
El medio no decide por el público qué es lo que éste tiene que pensar u opinar sobre un hecho aunque sí decide cuáles son las cuestiones que van a estar en el temario o en la opinión pública.
"La prensa no tiene mucho éxito en decir a la gente qué tiene que pensar pero sí lo tiene en decir a sus lectores sobre qué tienen que pensar"[9]
Eco lo menciona de la siguiente manera: “No importa lo que se diga a través de los canales de comunicación de masas; desde el momento en que el receptor está cercado por una serie de comunicaciones que le llegan simultáneamente desde varios canales, de una manera determinada, la naturaleza de esta información tiene poquísima importancia. Lo que cuenta es el bombardeo gradual y uniforme de la información, en la que los diversos contenidos se nivelan y pierden sus diferencias”[10]
El argumento sigue la premisa de que si se manejan bien los hilos de la política, el espectáculo y los medios de comunicación, es posible lograr cualquier cosa. “Si no lo vio en televisión, es que nunca sucedió”, dicen en determinado momento de la película, una frase que crítica a la todopoderosa maquinaria.
Finalmente, el objetivo es alcanzado y el presidente termina siendo reelegido de forma contundente.
“Toda noticia que refleja actividad política y creencias, no sólo discursos y propaganda de campaña, tiene alguna relevancia sobre el voto. No solamente durante la campaña, sino también entre períodos, los mass media aportan perspectivas, conforman las imágenes de los candidatos y de los partidos, ayudan a destacar conceptos alrededor de los cuales se desarrollará una campaña y definen la atmósfera particular y las áreas de sensibilidad que marcan una campaña específica”[11].
“Mentiras que matan” cierra este breve repaso siendo de manera cínica y original la pieza más critica no solo del poder de los medios, sino de la política y la idiosincrasia de los norteamericanos.
Bibliografía:
COHEN, B. (1963), The press and foreign policy. Princeton, NJ, Princeton University Press.
Cucurella, Margarita “La opinión pública en Habermas”. Universidad de Barcelona 2001.
Eco, U., “El público le hace mal a la televisión”, en: Revista La Nación, 02/05/2004, pp. 26-27
Eco, Umberto. “Para una guerrilla semiológica”. En: www.nombrefalso.com.ar/index.php?pag=87. Consultado: 21/11/2011
Feinmann, José Pablo. “Siempre nos quedará París”. El cine y la condición humana. En “medios por todos los medios”. Capital Intelectual 2011.
Habermas, J.”Historia y crítica de la opinión pública”. Barcelona: G. Gilli, 1994
McCombs, M. , Influencia de las noticias sobre nuestras imágenes del mundo, En: Los efectos de los medios de comunicación. Investigación y teorías, Bryant, J y Zillmarn, D. (compiladores).


Universidad Nacional de Rosario
Postitulo en Periodismo y Comunicación 2011
Materia: Seminario de Actualización y Profundización
Trabajo Final
Alumno: Cristian Oliva




[1] Cucurella, Margarita “La opinión pública en Habermas”. Universidad de Barcelona 2001.
[2] Habermas, J.”Historia y crítica de la opinión pública”. Barcelona: G. Gilli, 1994.
[3] Eco, Umberto. “Para una guerrilla semiológica”. En: www.nombrefalso.com.ar/index.php?pag=87. Consultado: 21/11/2011.
[4] Feinmann, José Pablo. “Siempre nos quedará París”. El cine y la condición humana. En “medios por todos los medios”. Capital Intelectual 2011.
[5] Eco, Umberto. “Para una guerrilla semiológica”. En: www.nombrefalso.com.ar/index.php?pag=87. Consultado: 21/11/2011.
[6] Eco, U., “El público le hace mal a la televisión”, en: Revista La Nación, 02/05/2004, pp. 26-27.
[7] Eco, Umberto. “Para una guerrilla semiológica”. En: www.nombrefalso.com.ar/index.php?pag=87. Consultado: 21/11/2011.
[8] McCombs, M. , Influencia de las noticias sobre nuestras imágenes del mundo, En: Los efectos de los medios de comunicación. Investigación y teorías, Bryant, J y Zillmarn, D. (compiladores)
[9] COHEN, B. (1963), The press and foreign policy. Princeton, NJ, Princeton University Press.
[10] Eco, Umberto. “Para una guerrilla semiológica”. En: www.nombrefalso.com.ar/index.php?pag=87. Consultado: 21/11/2011.
[11] McCombs, M. , Influencia de las noticias sobre nuestras imágenes del mundo, En: Los efectos de los medios de comunicación. Investigación y teorías, Bryant, J y Zillmarn, D. (compiladores)