20 febrero 2011

REVELACIÓN

Nunca deja de sorprenderme como el mas mínimo detalle por mas insignificante que parezca puede detonar a corto o largo plazo un sin fin de conclusiones y de las mas variadas.

Particularmente hoy, una foto que tal vez más de 100 veces haya visto, revelo el porque de mi insistencia en repasarla durante tanto tiempo. Simplemente algo llamaba mi atención. La foto (vale la aclaración) lejos esta de mostrarme bien… y cuando digo bien me refiero a que no hay casi posibilidad de mejorarla…ni con el mas asiduo e insistente programador dejaría de mostrar tantas imperfecciones.

Así pues la exaltación del ego dejaba de ser un posible motor para dicha insistencia. Entonces que? Simple capricho?

No. Mire una y otra vez…tantas veces como la vista me lo permitía hasta llegar a la inocente conclusión de que lo único que verdaderamente alimentaba mi intriga se hallaba en la sonrisa, mi sonrisa.

Y cuando creí que esa sonrisa no era sino la punta del iceberg fue cuando bruscamente me “cayó” la ficha. Esta mueca, gesto o guiño (citando al mismísimo word) presentaba la dualidad de constituirse en “el solo eso” y en “el todo” al mismo tiempo.

Ni el “pero” ni el “sin embargo” que pretenciosamente intentaba hallar existían.

Una sonrisa…pura, autentica, espontánea. En fin, la sonrisa de un pibe feliz.

¿Qué es lo personalmente significativo entonces?

Caer en cuenta que “me sacaron las rueditas de la bici” y el pedaleo, que fue más de la cuenta y por inercia, me llevo hacia un lugar en donde a la vida se la toma demasiado en serio. Nada más alejado de aquel País de Nunca Jamás.

Descubrir que vuelvo a la foto no solo para verla de nuevo sino con la esperanza de sentirme como aquella primera vez que la tomaron. Y en aquella primera vez, y aquí esta lo verdaderamente revelador, todo me “chupaba literalmente un huevo”.